Ictus infantil

El ictus no acontece únicamente en la edad adulta, se puede dar a cualquier edad. De hecho, el accidente cerebrovascular o ictus infantil es una de las diez primeras causas de discapacidad en la infancia ocasionándose en España 6 casos de cada 100.000.

Los principales factores de riesgo que pueden ocasionar un ictus infantil son:

  • Prematuridad.
  • Infecciones (meningitis, encefalitis, varicela).
  • Trastornos autoinmunes o inflamatorios.
  • Enfermedad de células falciformes.
  • Cardiopatía congénita.
  • Malformación arteriovenosa.


Las principales consecuencias del ictus infantiles son:

  • Problemas en el habla y la comunicación.
  • Parálisis o poca movilidad en un lado del cuerpo.
  • Epilepsia.
  • Alteración del estado mental y cognitivo (ansiedad, confusión, alteración de la planificación, dificultad para recordar...).

La principal diferencia del ictus infantil al ictus en la edad adulta es la materia sobre la que se ha ocasionado. Esto es, en la edad adulta el paciente ya ha aprendido todas las habilidades cognitivas superiores (lenguaje, razonamiento, planificación…), y el tratamiento se centraría por tanto en “recuperar” habilidades que tenía previamente y de compensarlas con habilidades en las que es experto. Sin embargo, en la infancia el ictus se produce sobre un cerebro que en ocasiones es "virgen" a algunos conocimientos. Por ejemplo, puede que el paciente se lesione la zona donde se da la capacidad del habla cuando aún no domina el lenguaje o ni siquiera ha empezado a hablar. De este modo sería difícil hablar de recuperación o de compensación con otras habilidades. Además, el cerebro está en formación, por lo que va a ir cambiando a lo largo de la terapia.

Esta diferencia hace que el tratamiento del ictus infantil sea en ocasiones más duradero en el tiempo, pues ha de ir evolucionando conjuntamente con la evolución madurativa de su cerebro.

¿Cómo se ayuda desde la neuropsicología al tratamiento del ictus infantil?

Las consecuencias provocadas por una lesión cerebral son diferentes en cada caso, por ello el tratamiento será siempre individual y personalizado al paciente. Es recomendable tratar la lesión con profesionales especializados en neurorrehabilitación desde las primeras semanas para minimizar el alcance de las secuelas. El primer paso del tratamiento del ictus será evaluar las consecuencias para poder establecer objetivos de tratamiento claros y concretos. Una vez se ha diseñado un plan de tratamiento individualizado es importante coordinarse con la familia y el resto de terapeutas que tratan al niño con el fin de "remar" hacia un mismo objetivo, siendo siempre el fin último la mayor autonomía y calidad de vida del niño. Siempre es importante realizar un seguimiento de la familia y asesorar e informar al entorno más cercano sobre su evolución y tratamiento.

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